¿Qué es?
El estrés es una afección del mundo moderno cuyas causas se atribuyen en general a la personalidad competitiva e hiperactiva que se transforma a su vez en una de las principales causas de alteraciones funcionales y orgánicas.
Las personas en las grandes ciudades se sienten sometidos a grandes presiones y sumergidos en una cadena de situaciones de las que les es imposible escapar.
A veces, esa imposibilidad de decir basta, cuando las cosas superan la capacidad de un ser humano, se debe a factores económicos que no siempre son los más importantes, porque la mayoría de las veces ocurre por la necesidad psicológica de cumplir con las propias expectativas demasiado ambiciosas para llevar a cabo.
Las personas con agendas repletas de compromisos se imponen la obligación de cumplirlos y muchas veces no tienen la suficiente flexibilidad como para dejar de lado alguno de ellos para ocuparse de los asuntos de su propia vida personal.
CAUSAS DEL ESTRÉS
Fisiológicas: Estas causas están relacionadas con las enfermedades y lesiones del cuerpo que aumentan la tensión interior de la persona produciendo un nivel de estrés que se vuelve contraproducente hacia uno mismo. Por ejemplo, una enfermedad orgánica produce una reacción negativa en el campo emocional.
Psicológicas: Se relaciona con la vulnerabilidad emocional y cognitiva. Crisis vitales por determinados cambios: infancia, adolescencia, madurez, vejez. Relaciones interpersonales conflictivas o insuficientes. Condiciones frustrantes de trabajo o estudio: excesiva exigencia o competitividad, monotonía, normas incongruentes, insatisfacción vocacional, etc.
Sociales: Cambios sociales en los que cada época trae nuevos retos a afrontar. Cambios tecnológicos acelerados que la persona no puede integrar, etc.
Ambientales: Polución ambiental, alimentación desnaturalizada con tóxicos industriales, lugares de trabajo con poca seguridad o con carga electrostática, microorganismos patógenos, catástrofes, etc.
SIGNOS DE ADVERTENCIA
Estudios de psicología moderna nos advierten que el estrés continuo puede generar estados de ansiedad que terminan bloqueando el funcionamiento de los procesos cognitivos, es decir, nuestra claridad mental.
Las preocupaciones recurrentes, por ejemplo, pueden llegar a invadir nuestro sueño y mantenernos despiertos la mayor parte de la noche, y los miedos que se imponen sobre el resto de los pensamientos son capaces de distraernos de lo que estamos haciendo.
La característica central de la reacción que nos produce el estrés es la incertidumbre, una incertidumbre que dispara un estado de alerta para corroborar la eventualidad de una amenaza.
Signos emocionales
Apatía e indiferencia, ansiedad, miedo, sensación de inutilidad.
Depresión, irritabilidad y estado defensivo.
Fatiga mental: problemas de concentración, pensamiento poco fluido, esfuerzo continuo, dificultad para emprender nuevas acciones.
Negación: Ignorar síntomas, negar problemas, continuar trabajando a pesar de estar demasiado cansado para continuar.
Arrebatos de emoción: sentimientos que afloran y desaparecen súbitamente en lugar de perdurar como un estado de ánimo predominante.
Preocupaciones y pensamientos obsesivos: una conciencia continúa del evento estresante que irrumpe de manera recurrente, más allá de los límites del pensamiento necesario para resolver un problema.
Ideas intrusivas: sorpresivas y súbitas, pensamientos que no tienen nada que ver con la tarea mental en curso.
Pensamientos, sensaciones y emociones persistentes o ideas que la persona es incapaz de detener.
Hipervigilancia: un estado de alerta, indagación y búsqueda desproporcionada, que se caracteriza por una tensa expectativa.
Insomnio: imágenes e ideas persistentes que dificultan la conciliación del sueño.
Malos sueños: pesadillas y despertares angustiosos
Signos de comportamiento
Evasión: del trabajo, de las amistades, de la responsabilidad.
Drogadicción: Alcoholismo, drogas, juego, derroche.
Abandono: Atraso del trabajo, desaseo, vestir descuidado.
Problemas legales: Deudas, infracciones, accidentes, robos, violencia.
Signos físicos
Enfermedades frecuentes de todo tipo, contracturas musculares y dolores de columna vertebral como lumbalgia, ciática o dolor cervical.
Dolencias menores: Náuseas, insomnio, dolor de cabeza, problemas digestivos, cambios de peso, cambios de apetito, problemas sexuales.
Agotamiento físico: Fatiga continua, cansancio sin causa.
Tratamiento
Hoy en día existen diversos métodos para combatir el estrés, un fenómeno que puede abordarse desde un’ punto de vista biomédico o, psicológico; sin duda, la combinación de tratamientos permitirá obtener unos resultados más beneficiosos para la persona que lo padece. Desde el enfoque biomédico el tratamiento para el estrés es la prescripción de tranquilizantes o ansiolíticos, especialmente las benzodiacepinas, que inciden directamente en las respuestas fisiológicas de estrés.
Las técnicas de biofeedback, que consisten en el aprendizaje del control voluntario de las funciones fisiológicas y de las actividades automáticas (la tensión muscular, la presión sanguínea, etc.); las técnicas de respiración y relajación, que se basan en la idea de que, liberando el cuerpo de la tensión muscular (a través de la respiración abdominal, o de ejercicios de tensión-distensión de los grupos musculares, respectivamente), se liberará la «tensión de la mente»; las técnicas cognitivo-conductuales, por ejemplo la aserción encubierta (que consiste en aprender a detener el pensamiento distorsionador que provoca emociones negativas y a sustituirlo por otro más positivo y constructivo), la desensibilización encubierta (con la cual el sujeto aprende a relajarse mientras se imagina escenas que progresivamente van provocando mayor ansiedad), la inoculación al estrés (con ella se enseña cómo afrontar y relajarse ante una amplia variedad de experiencias estresantes, desarrollando nuevas formas de reacción más allá del miedo y la cólera); las técnicas de autocontrol (que suponen el entrenamiento de una persona para regular sus conductas, dirigiendo sus esfuerzos a regular su propio entorno, no a modificar posibles o supuestos estados internos inmanejables, a través de la manipulación de condiciones antecedentes y de consecuencias), etc.
Aparte de los tratamientos mencionados, la estimulación eléctrica, la acupuntura o la audioanalgesia constituyen técnicas alternativas para hacer frente al estrés y a sus consecuencias.
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